Un factor que puede condicionar el éxito o fracaso de los proyectos es la gestión de emociones en el emprendimiento. Y la forma en la que se desarrollen ante retos, ya sea en momentos de crisis y a diario. Se debe saber las consecuencias que puede implicar tener un comportamiento más frío o más pasional. Además, también es importante como el resto de personas gestionan sus emociones a la hora de elegir socios, encargar tareas a los empleados, buscar proveedores, etc.
- Los emprendedores apasionados sienten el negocio con apego emocional. Para ellos no solamente es un elemento de su patrimonio o una dedicación profesional, es una forma de vida y un elemento que describe importantes facetas de su personalidad. La pasión ayuda a ser perseverante a la hora de sacar adelante los proyectos, especialmente en momentos complejos y rodeados de incertidumbre. El emprendedor pasional suele ser muy intuitivo y difícilmente se rinde cuando piensa que un proyecto puede tener éxito.
La pasión puede favorecer la curiosidad y el deseo de adquirir conocimientos, experiencias, destrezas, contactos con otras personas y organizaciones. En otros casos, lo que llama es a estudiar y comprender cuál es la esencia que merece la pena preservar del negocio. Sin embargo, uno de los mayores riesgos es que la retroalimentación entre emociones personales y experiencias empresariales pueda llevar círculos viciosos. En este tipo de emprendedores es más sencillo que los problemas personales pasen a la esfera empresarial y viceversa.
Por otro lado, no siempre las respuestas de clientes, proveedores, socios, empleados, etc. son tan entusiastas como sus propuestas. Muchos buenos proyectos se pierden por encontrar un ambiente demasiado escéptico.
- Los emprendedores fríos se caracterizan por observar su propio negocio con distancia, y suelen recurrir a las emociones solamente cuando las propias características de la labor que tienen por delante lo reclaman como, por ejemplo, para conectar a los consumidores con su marca. Tiende a desenvolverse muy bien en los aspectos más racionales. Le gustan los análisis, el examen de su propio conocimiento del negocio, los proyectos, los aspectos controlables… Son su punto de partida al montar la empresa y recurren cotidianamente a ellos y, especialmente, ante los retos y adversidades.Tienden a abandonar antes las estrategias fallidas porque, en primer lugar, por su mayor predisposición para enjuiciar la empresa. Además, frente a los emprendedores pasionales, presentan un menor apego que facilita la decisión de tomar otros caminos.
Presentan carencias de conocimiento en ambientes de incertidumbre y tienden a suplir ese deficit con emociones. En ese ambiente, a los emprendedores más fríos les cuesta más visualizar el futuro y realizar proyecciones. No obstante, suelen ser perfectamente conscientes de la importancia de los aspectos emocionales del negocio. Incluso pueden tener una idea de cómo transmitirlos. Sin embargo, les puede resultar complejo resultar creíbles, dada la distancia emocional que mantienen.
-Como conclusión, no hay un perfil ideal de uno sobre el otro pero conviene tener presente las características de cada perfil a la hora de emprender puesto que es una sucesión continua de retos, ante los cuales no siempre la racionalidad y las emociones caminan en la misma dirección. Una parte del éxito reside en saber cuándo debemos guiarnos por la frialdad o la pasión. Es imprescindible ser conscientes de las implicaciones de actuar de una u otra forma.