Como seres sociales que somos, no hay nada que nos influya más que el “boca–oreja” de toda la vida, pero ahora tenemos en las redes sociales una herramienta tecnológica que amplifica enormemente ese poder de influencia. Sin embargo, las redes sociales no son nada sin el alma que las mueve, es decir, nosotros, los usuarios. Y los usuarios tenemos distintos gustos, intereses o aficiones y buscamos en ellas a personas afines, que finalmente terminan influyendo en nuestras decisiones como consumidores.
El espacio digital se ha expandido y al final del día todos somos influencers porque tenemos opinión y un poder- muchas veces insospechado- de prescripción sobre nuestro entorno más cercano. Lamentablemente, por mucho tiempo, ha prevalecido la idea de que el número de seguidores es una garantía de influencia. Se ha confundido, y mucho, la popularidad con la influencia. Ser popular puede entenderse como tener miles o millones de seguidores, un ejército de gente de todo el mundo que no quiere perderse un minuto de la vida de sus nuevos ídolos.
Aunque en el mundo hay ya más de 3.000 millones de usuarios de redes sociales, éstas siguen siendo cercanía y lo que queremos como usuarios es que esa cercanía sea real. En las redes sociales las tendencias nacen de las personas comunes y corrientes, mientras que los usuarios buscan honestidad y con frecuencia se sienten más identificados con alguien que es como ellos y confían más en su opinión que en la de un famoso que está lejos de su realidad. A fin de cuentas, “el boca-oreja”del que hablaba antes es lo que realmente resuena en los usuarios.
Las redes sociales también han democratizado el marketing digital y han abierto las puertas a nuevos influencers, que poco tienen que ver con los grandes números de seguidores. El espectro de influencers va desde las celebridades con millones de seguidores y blogueros profesionales con una sólida base de seguidores, a los microinfluencers o usuarios diarios de las redes sociales que cuentan con menos de 5.000 seguidores.
Los cambios en los algoritmos en redes sociales como Facebook e Instagram, por ejemplo, ya están afectando lo que vemos en nuestros feeds. Las plataformas han eliminado el enfoque basado en la cronología y el contenido está apareciendo basado en la relación entre los usuarios.
Así, los microinfluencers tienen cualidades únicas que los convierten en una poderosa arma de marketing digital porque:
• Son más creíbles. El contenido es naturalmente más auténtico. Los consumidores pueden detectar inmediatamente cuando un mensaje no es percibido como sincero y la primera reacción suele ser ignorarlo o rechazarlo.
• Tienen un engagement real. En una campaña de marketing digital se busca que una marca se acerque a su target de una manera natural, orgánica, y que los recursos que se pongan en esos esfuerzos permitan una interacción con quienes comparten los valores de esa marca. Es decir, que el engagement sea real.
MENOS ES MÁS
Ya sabemos que no se puede estar en todas las plataformas sociales. Es una mejor estrategia tener una presencia constante y sólida en una o dos plataformas que sean relevantes para tu negocio que una vaga en varias. Eventualmente, tu audiencia se aburrirá del contenido repetido y poco original porque busca un experiencia diferente en cada red social.
Si tienes una tienda de ropa, tu red podría ser Instagram, pero si vendes cursos personalizados te interesará ser más activo en Linkedin. Facebook está perdiendo relevancia para los pequeños negocios porque actualmente o pagas publicidad (y cada vez más) o tu página no va a tener visibilidad (recuerda que la plataforma le está dando prioridad a los familiares y amigos) , así que, aunque haya 2.000 millones de personas en Facebook, no significa que sea nuestra red prioritaria.