“La actual forma de vida urbana empuja a más gente a tener vías de escape relacionadas con el mundo natural y, en concreto, el medio acuático por su belleza y armonía”. Así lo cree Patricia Vázquez, responsable de Ventas de Manplan, una empresa familiar que bucea en aguas internacionales en busca de las plantas acuáticas que mejor se adapten a los acuarios. Singapur, Malasia, Indonesia, Sudáfrica, Tailandia, Israel o Sri Lanka son sólo algunos de los lugares de origen de sus productos.
Una procedencia exótica que permite abrir nuevos horizontes a su comercio y que, sin duda, ha sido uno de los factores para sortear la crisis: “Hemos tenido que trabajar más y más duro, buscando nuevos clientes, implantando nuevos productos más novedosos y duplicando el número de referencias que ofrecemos”, destaca Vázquez. De hecho, una de las claves de su negocio ha sido conjugar innovación y tradición, de modo que las especies autóctonas y más cotidianas conviven con las foráneas hasta conformar un catálogo de más de 150 tipos de plantas acuáticas distintas: “A pesar de tratarse de una afición para la mayoría de consumidores finales de nuestras plantas, estos clientes son cada vez más especialistas y, por lo tanto, sus exigencias mayores”, justifica Vázquez.
Una especialización creciente del consumidor que les exige poseer un gran conocimiento del sector, en el que hay que tener en cuenta muchas especificaciones. Y es que, quien decida emprender en este ramo debería, según Vázquez, “tener nociones básicas de importaciones, conocimiento del producto y sus cuidados, saber tratar con proveedores, conocer la normativa de comercialización…”. Una serie de requisitos que, de no tenerlos, pueden suponer auténticos obstáculos para un negocio azul como el suyo.